
"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
Era, quizás, la tarde que más expectación había generado en la feria desde su anuncio: un mano a mano entre dos novilleros de la tierra que recorren con éxito la geografía taurina. Zaragoza aguardaba con ansia el debut con caballos de Aarón Palacio en la capital maña, tras sus resonantes triunfos en plazas de renombre. Palacio aprovechó la ocasión para demostrar que el fervor que lo acompaña desde el año pasado no es casualidad, ofreciendo una dimensión sobresaliente en una tarde redonda que le valió tres orejas ante una novillada de Hnos. Sandoval, noble y que humilló en su mayoría. Si algo le faltó al envío madrileño fue un mayor ímpetu en el conjunto, para que los novilleros pudieran rematar con mayor brillantez sus faenas.
Por su parte, Cristiano Torres dejó claro que es un torero que no se guarda nada en el hotel, derrochando valor y entrega en sus tres novillos, esculpiendo tres faenas distintas con el sello del coraje como estandarte. De no haber sido por los tropiezos con los aceros, el desenlace habría sido diferente.
De rodillas y a portagayola saludó Aarón Palacio al último de la tarde mientras sonaba «la jotica de los toros». Tras un gran tercio de varas por parte de Manuel Jesús «Espartaco» que dejó dos puyazos de largo, retirándose ante la ovación de los tendidos, comenzó Aarón por ayudados por alto desarrollando una faena de novillero cuajado y con oficio. Fue a más la faena en la que el temple y la suavidad en la muleta fueron la tónica general de la faena a un buen novillo de Hermanos Sandova. Se tiró a matar recto, y fue cogido pasaportándolo de una estocada hasta la bola y cortó las dos orejas ante el alboroto del público. El novillo fue ovacionado en el arrastre.
Con una larga cambiada recibió Aarón al cuarto de la tarde, donde fue arrollado contra las tablas de manera muy fea. Se repuso el maño y volvió a recibirlo de hinojos hasta pararlo en los medios por verónicas remantándolo con una templada media. Brindó el novillo a Carlos Cardiel (presidente de la recién inaugurada Peña Taurina «Aarón Palacio») , la primera serie fue de rodillas en el tercio muy vibrante aguantando las miradas del novillo. Tuvo la faena suavidad y temple en las muñecas de Aaron ante un animal que se vino a menos y lo acusó echando la cara arriba al final de las series desluciendo los remates de pase de pecho. Mató de una estocada baja que le redujo el premio a una oreja.
El segundo de la tarde lo saludó Aarón con dos faroles de rodillas. Tras recibir dos encuentros con el caballo, lo toreó por verónicas cerrando con una media templada. Brindó su debut zaragozano con caballos a su abuelo antes de sacar al toro de las tablas hacia los medios, donde imprimió una faena de suavidad. El novillo, noble pero falto de fuelle, fue dominado con precisión por ambos pitones, mientras sonaban los acordes de «Dávila Miura». Cuando el animal se rajó, Palacio ajustó su toreo uno a uno, marcando siempre para evitar que el novillo manseara. Una media estocada y dos golpes de verduguillo bajo aviso le dejaron solo una ovación desde el tercio.
Cristiano Torres recibió al tercero con verónicas de empaque. En el primer puyazo, el novillo derribó al picador, y en el segundo, el castigo fue excesivamente trasero. Tras un quite de chicuelinas de Palacio, Torres brindó al tendido y comenzó una faena vibrante ante un animal noble y con fondo creciente. El maño se enroscó al novillo con ligazón y firmeza, levantando la música y los rugidos del público. Su toreo exigente, culminó con una estocada certera que le valió la primera oreja de la feria.
El quinto fue un buen novillo al que Cristiano Torres se fue a esperarlo a portagayola, pero salió suelto y tuvo que recibirlo por verónicas. Se fue ovacionado Juan Manuel Sangüesa tras hacer un gran tercio de varas, antes de que el sobresaliente Ignacio Boné hiciese un quite. Brindó de manera íntima y cuajó los mejores momentos de su tarde con este novillo. En el epílogo se dio un auténtico arrimón con un novillo ya a menos. Puso los muslos entre los pitones y se pasó al novillo por delante y por detrás sucesivamente. Un pinchazo previo a la estocada hizo que todo se quedara en una ovación tras aviso, mientras que el novillo fue pitado en el arrastre.
Al primero de la tarde, Torres lo recibió a pies juntos, intercalando verónicas y chicuelinas antes de que el animal clavara los pitones y sufriera una voltereta. Al relance recibió el primer puyazo, que fue protestado por el tendido por la corta distancia con la que se le colocó, mientras que el segundo encuentro fue de largo y se ovacionó. Rivalizó en quites con Aarón antes de irse a los medios a brindar al cielo en un gesto personal. El comienzo fue desde el centro del platillo pasándose al novillo por la espalda. Tuvo el animal el defecto de venirse por dentro en las series de derechazos que Torres le fajo en los primeros compases de faena. Por el pitón zurdo, el novillo siempre se quedó más corto en los viajes y pasaba calamocheando. Mostró firmeza el novillero maño, que incluso fue alcanzado por el novillo en una ocasión . En el epílogo de faena, se colocó los pitones en los muslos y se enrroscó al animal en series continuas en redondo levantando los olé de la plaza antes de matar de una estocada fulminante que hizo rodar al novillo. Hubo petición de oreja , que finalmente no fue atendida por el palco, y el premio se redujo a una ovación que recogió Cristiano Torres desde el tercio.
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