"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
El cierre de la feria en la plaza de toros de La Misericordia en Zaragoza resultó entretenido. Diego Ventura y Duarte Fernandes lograron cortar una oreja cada uno, pese a lidiar con una corrida marcada por la mansedumbre en la mayoría de los astados. Solo el tercer toro se salvó de esta tónica, siendo el más completo del encierro, lo que permitió al rejoneador portugués firmar una gran faena, aunque deslucida por una muerte lenta. Andy Cartagena no tuvo la misma fortuna y se fue de vacío.
Salió el tercero de la tarde y Duarte Fernandes lo recibió con destreza, encelándolo con varios circulares en la grupa antes de colocar un rejón de castigo. A continuación, brilló a lomos de «Artista», un caballo con el que batió al pitón contrario frente al toro de los Herederos de Sánchez y Sánchez, colocando con gran habilidad tres banderillas que desataron la locura en los tendidos. La auténtica revolución llegó cuando, montado en «Mistral», el rejoneador portugués ejecutó varias piruetas en la cara del toro, mientras dejaba tres palos a un noble astado que embistió con ritmo constante. Sin embargo, tras colocar tres banderillas cortas, Fernandes pinchó antes de lograr el rejón de muerte. La ejecución final se complicó, llegando a sonar un aviso debido a la tardanza en caer el toro.
Con el sonido de la última jotica de la feria, salió el sexto y último toro de la tarde. Duarte Fernandes colocó tres rejones de castigo, tras fallar en uno de ellos. El astado mostró mansedumbre, desentendiéndose constantemente de las cabalgaduras del rejoneador portugués. Sin embargo, en la suerte de banderillas, el toro desarrolló ritmo y humillación, lo que permitió a Duarte encelarlo y torear a dos pistas, dando vueltas completas al anillo de La Misericordia. El público conectó con la vibrante faena, que culminó con tres banderillas cortas, aunque el toro ya se había rajado hacia las tablas. Fernandes lo despachó de un certero rejonazo que hizo doblar al toro de inmediato, cortando una oreja con fuerte petición de la segunda, que no fue concedida.
Con mucho brío y encelándolo en la grupa, Diego Ventura recibió al segundo de la tarde, al que pronto colocó un rejón de castigo. A lomos de «Nómada», consiguió caldear los tendidos zaragozanos, toreando con mucho ajuste mientras colocaba un total de tres banderillas. Luego, sobre la montura de «Bronce» y sin cabezada, Ventura ofreció un espectáculo memorable al poner una banderilla, seguida de un par a dos manos, entrando al patio de cuadrillas marcha atrás, lo que hizo que los tendidos rugieran de emoción. Tras colocar tres banderillas cortas, mató al segundo intento con un rejonazo certero. El público le premió con una oreja.
El quinto toro siempre se soltaba de la grupa del caballo. Diego Ventura le dejó dos rejones de castigo: el primero quedó bajo, pero el segundo fue bien colocado. Con la intención de armar una buena faena, el rejoneador de La Puebla del Río tuvo que emplearse a fondo, ya que el toro, manso y rajado, rehuía constantemente los engaños. A lomos de «Nómada», Ventura logró doblarse con el toro y, por un momento, lo enganchó, toreando a dos pistas durante unos metros del ruedo. En el tramo final de la lidia, colocó tres banderillas cortas al violín y dos rosas, pero falló con el rejón de muerte en dos ocasiones antes de lograr que el toro doblara rápidamente tras el último intento. El astado fue fuertemente pitado en el arrastre, mientras Ventura se retiró en silencio.
El primero de la tarde salió suelto y sin intención de pelear, lo que provocó que Andy Cartagena le colocara un rejón de castigo entre las protestas del público, que pedía la devolución del toro. Ante un astado parado y remiso al movimiento, Cartagena tuvo que acercarse mucho, logrando calentar los tendidos gracias a su impecable exhibición de doma. A lomos de Pintas, colocó tres banderillas cortas antes de dejar un certero rejón de muerte que hizo rodar al toro. La faena generó división de opiniones, pero finalmente el rejoneador saludó una ovación.
Salió el cuarto de la tarde, y tras dejarle un rejón de castigo, Andy Cartagena se preparó para clavar de frente, quebrando en la cara del toro a lomos de «Luminoso». Luego, sobre «Baena», destacó al ejecutar varias piruetas en la cara del astado, desatando el entusiasmo de los tendidos maños. En una de estas piruetas, el toro lo alcanzó, pero Cartagena logró salir de la embestida con gran habilidad. Tras colocar las banderillas cortas, falló con los aceros y mató al segundo intento. La faena fue silenciada por el público.
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