Pablo Hermoso de Mendoza se despidió de Bayona por todo lo alto, lo hizo con dos faenas plagadas de matices de torería. La primera fue una actuación llena de sentimiento, sobre todo con un «Berlín» que revalidó más si cabe el gran momento por el que pasa, un caballo figura por los cuatro costados. «Malbec» también puso de su parte y entre ambos caballos hicieron del coso galo un auténtico hervidero. Con el cuarto se vio al navarro natural, cómodo y sintiendo cada pasaje, brindó su actuación al alcalde de Bayona y continuó por la línea de su primero, quiebros ajustados, banderillas en lo alto y caballos guiñando las orejas, el rejón de muerte dejó la faena en una oreja.

Lea Vicens poco o nada pudo hacer ante su primero, un toro que constantemente marchaba hacia tablas, sin embargo tiró de facultades lidiadoras tratando de hacerle todo a su favor, metiéndose en terrenos comprometidos y terminando la faena con mucha valentía en banderillas cortas. La mala colocación del rejón de muerte imposibilitó cortar una oreja de peso, aunque su actuación quedó patente. Frente a su segundo se pudo ver la vertiente más artística de Lea, y es que a elegancia no hay nadie que le iguale, una faena de mucho sabor, poso y mucho, muchísimo gusto de la rejoneadora gala. Dejó pasajes de gran nivel. Lástima que el rejón de muerte se llevó el triunfo. Lea brindó una gran tarde de rejones.

Llegaba Guillermo Hermoso de Mendoza al coso de Bayona dispuesto como siempre a arrasar, los números hablan por sí solos, cuatro orejas y un rabo fue lo que se llevó el jinete navarro. Estuvo sublime de cabo a rabo. En su primero los quiebros ceñidos hicieron las delicias del respetable, y como no, una vibrante recta final de faena pusieron Bayona patas arriba, banderillas cortas de mucha importancia. Remató con un rejón de muerte más que certero, como viene siendo habitual en él para hacerse con dos orejas y el rabo. Con su segundo volvió a depurar las suertes y a mostrar ambición al margen de haber cortado los máximos trofeos con anterioridad, buenas banderillas al quiebro y un rejón de muerte de efecto fulminante para hacerse con otras dos orejas y acompañar a su padre en hombros.