
"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
Con un auténtico llenazo, Pamplona se engalanó para la despedida de un jinete que ha marcado un antes y un después ya no sólo a nivel taurino, sino también a nivel promoción abanderando siempre Navarra allá donde ha ido, la despedida de Pablo Hermoso de Mendoza. Se lidiaron buenos y bien presentados astados de El Capea y Carmen Lorenzo que dieron gran juego.
Pablo Hermoso de Mendoza fue el rotundo triunfador en una tarde emotiva para él. Se le vio con una actitud desbordante para hacer de su última cita con Pamplona, una cita especial. Su faena al primero bordó la perfección, pues el estellés recopiló en ese primer toro todas sus facetas como rejoneador, el lado puro, el artista, el espectacular y el lidiador. Fue sin duda la faena idónea para irse con la cabeza bien alta de Pamplona. Con su segundo, un toro de menos transmisión, el navarro estuvo con mucho acierto tanto en distancias como en terrenos, el fallo con el rejón hizo perder una importante oreja.
Roberto Armendáriz dejó momentos más que gratos en el coso pamplonés. Mostró una evolución en su concepto, se gustó y fue poco a poco metiendo en el bolsillo a cada toro. Fueron dos faenas de idéntica altura, lástima que los aceros impidieron al de Noáin acompañar en hombros a los Hermoso de Mendoza. Pero quedó patente que su evolución es la digna de un rejoneador de primer nivel.
Guillermo Hermoso de Mendoza bien pudo haber cortado cuatro orejones, el estellés realizó a su primero un auténtico alboroto a lomos de un «Ecuador» que hizo todo, y lo hizo todo bien, qué espectáculo de caballo, qué manejo del doble quiebro, terrenos y mucha valentía, torea con el alma. Los aceros se llevaron esas dos orejas y lo minimizaron a una cálida ovación. Sin embargo, parece que el destino quería que la despedida de su padre fuera acompañada de la aparición de un gran toro y una gran lidia, qué forma tiene este chico de entender los toros, qué agilidad mental y qué facilidad tiene para colocar las banderillas en la cara de una moneda, por no hablar de su certeza con el rejón de muerte, algo que normalmente es costumbre en él a pesar de lo sucedido en su primero. Acompañó a su padre en su salida a caballo del ruedo.
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