Burgos abrió su tradicional feria de San Pedro y San Pablo para acoger la alternativa de un nuevo matador de toros, el salmantino Ismael Martín frente a los astados burgaleses de Antonio Bañuelos. La expectación era evidente y se rozó el lleno absoluto en el coso de la capital burgalesa.

Las banderillas fueron el cénit de una tarde de toreros banderilleros antológica.

El Fandi dio una lección de sapiencia, manejo de las distancias, terrenos y como se dice en muchas ocasiones, hizo gala de sus dotes de enfermero sobre todo con un primer toro áspero que dio opciones nulas. Con su segundo, un toro con algo más de recorrido pero falta de picante Fandila tiró de naturalidad y remató ambas faenas con dos estocadas en lo alto meritorias para hacerse con una oreja en cada toro.

Manuel Escribano bailó con la más fea, pues el de Gerena tuvo un primer toro vacío, nulo de opciones que no tuvo ni casta, ni celo ni ímpetu de embestir a pesar de la gran disposición de Escribano. Con su segundo fue capaz de trenzar una faena de altura, exprimió las virtudes de un toro con muchas teclas y ello hizo que la faena cogiera altura. Lástima que los aceros se llevaron las dos orejas y únicamente paseara una.

Ismael Martín quería triunfar en su alternativa y es que dio argumentos de sobra desde el principio. La faena al toro de su alternativa de nombre «Burgalés» fue más que completa, lo recibió con una larga cambiada en el tercio y posteriormente le enjaretó excelentes verónicas, lo llevó al peto del caballo con chicuelinas al paso, lo sacó de este con el capote en la espalda, le puso soberbias banderillas asomándose al balcón y ya con la muleta imprimió su gusto y finalizó con excelentes tandas en redondo para hacer gala de un dominio innato. Además dejó la que seguramente será la estocada de la feria, gran actuación de Ismael Martín que pudo cortar otra oreja a su segundo de no ser por el fallo con los aceros.