¡Nîmes se despidió de su maestro! Enrique Ponce había elegido el milenario anfiteatro como punto de partida de su gira de despedida, como para cerrar el círculo de más de treinta años de cariño, admiración y respeto mutuo. ¡La ovación, capitalizada al salir del patio de cuadrillas, resonará durante mucho tiempo como uno de los clamores más intensos jamás escuchados en el cráter de Nimes! Un eterno agradecimiento del pueblo de Nimes hacia su maestro que, a pesar de una oposición carente de entusiasmo, ofreció una nueva lección de maestría, en particular frente a su segundo oponente Juan Pedro Domecq, ofreciendo una faena superior en precisión y lentitud, especialmente de izquierda. mano o durante poncinas largas.

El maestro de Chiva le cortó una oreja a su último toro de “Nîmes”, para una doble vuelta al ruedo final con emociones devoradoras. Alejandro Talavante firmó al frente de “Velero” el quinto toro de la tarde, la primera gran faena de esta Feria de Pentecostés. El maestro pacense, con creatividad e inspiración infinita, electrizó literalmente la grada con sus flashes, sus gestos y la profundidad de sus muletazos con la diestra. Un “cañonazo” hizo saltar al público y permitió al matador extremeño llevarse dos orejas calurosamente celebradas.

Viniendo a confirmar su alternativa, el torero andaluz David Galván firmó dos actuaciones especialmente logradas, que podrían haberle valido una salida triunfal si una espada caprichosa no hubiera venido a quitar toda esperanza de recompensa. El matador de San Fernando premió dos veces al público de Nimes con un manejo hábil y delicado del capote antes de demostrar toda la profundidad de su repertorio de muleta en mano en dos faenas muy suaves. Un fulminante espadazo contra el último toro de la velada le valió la pérdida de una valiosa oreja.