"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
Llenazo absoluto para despedir la feria de Olivenza. En una buena tarde de toros se lidiaron seis astados de las ganaderías de Olga Jiménez, García Jiménez y La Ventana del Puerto para Morante de la Puebla, Juan Ortega y Roca Rey.
Morante de la Puebla tuvo ante sí el peor lote de la tarde, un lote completamente deslucido, sin opción alguna al triunfo, pues el de La Puebla se mostró voluntarioso a poner todo de su parte para poder exprimir cada una de las embestidas de sus oponentes, sin embargo al margen de las excelentes verónicas recetadas al segundo de su lote y un buen inicio a este mismo astado, poco más que reseñar. Morante volvió tras el parón de invierno y lo hizo presto al triunfo aunque sin opción a ello.
Juan Ortega sin embargo realizó dos faenas plenas de matices, toreo caro, ese que sólo se aprecia con paladares delicados y cuyas formas a veces no son del todo comprendidas. El sevillano hizo las delicias de sus partidarios con aromas para el recuerdo, trincherazos, ayudados por alto, naturales hasta detrás de la cintura… un largo compendio de resortes que hicieron dejar la miel en los labios de los asistentes, pues su lote no permitió sacar todas las virtudes de la escuela sevillana.
Roca Rey se encontró mucho más cómodo y arrollador que el día anterior, y es que el peruano salió con la firme intención de reventar Olivenza. Qué forma de dominar, poder y lo más importante, someter a los toros, se los pasó por la barriga, más cerca que nunca, rozando los pitones el ombligo de cóndor del Perú, no se amilanó, a la inversa, se agigantó. Estuvo sublime y el fallo con el descabello dejó sin segunda oreja su actuación en su primero, que fue pedida en vano, gran tarde de Roca Rey.
En definitiva, tarde de matices sevillanos y arrollador Roca Rey.
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