"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
Por la mañana del viernes se celebró la final del II Certamen de Novilladas Iván Fandiño de Bilbao, una novillada que no destacó por su juego.
Pedro Andrés brindó una gran tarde de toros. Fue capaz de hilvanar dos faenas importantes, de peso, en las que destacó la limpieza de sus muletazos, la torería y el saber estar. El torero de Vitoria caló en los tendidos con un poso diferente. Fue firme candidato a ganar el trofeo al triunfador del certamen, que a pesar de no ganar mostró credenciales. Importancia a lo importante, no ganó (que es lo menos importante) pero gustó.
Javier Zulueta trajo a Vista Alegre un pequeño frasco de la esencia más pura del toreo sevillano, clasicismo con todas las letras. El alumno de Luis de Pauloba mostró un temple innato con el que se pueden hacer grandes cosas. Destacar que tuvo un lote pésimo, sin fuerza alguna al que supo cuidar. A su segundo lo cuajó de cabo a rabo con suavidad por encima de todo, logró que no perdiera las manos en ningún momento y cada muletazo se convirtió en una caricia por la testuz de su oponente, la espada le arrebató las dos orejas del quinto, que seguramente le habrían dado paso a ser ganador del certamen, que como digo, no fue lo más importante.
Ruíz de Velasco fue el triunfador, pues aportó un toreo variopinto, fresco, cautivador y lo más importante en esto de torear, DIFERENTE. El de la escuela de Palencia estuvo sublime con un sexto al que le tapó los defectos de un pitón izquierdo peligroso y le ensalzó las virtudes de la bravura. Gran tarde la que cuajó, sin duda alguna la digna para alzarse con tan prestigioso certamen. Cortó dos orejas de ley a pesar de lo baja de la espada. Importante nivel de Ruíz de Velasco.
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