En Bilbao se vivió una corrida de Puerto de San Lorenzo que no destacó por su gran juego, pero que tampoco se puede decir que fuera nula. Pues el segundo fue un gran toro que cayó en manos de Manuel Escribano.

Morante de la Puebla saltó al ruedo de Vista Alegre con la firme intención de triunfar tras la fuerte bronca del día anterior. Y es que la realidad es que no tuvo suerte en el sorteo, su primer toro fue nulo, en las líneas del primero del día anterior. Su segundo también fue imposible, aunque nos engañó de salida y en las primeras tandas de muleta. En el capote Morante sacó los mejores lances de la feria, verónicas encajadas, soberbias, acompañadas de los olés de la galería. Con la muleta sorprendió tras ejecutar nada más recibirlo una buenísima, templada y de mano baja serie por el pitón derecho. Prosiguió por el mismo pitón tapándole correctamente la salida y acompañando con la cintura. De ahí en adelante el toro buscaba salida y no hubo forma de encontrarle una serie, mató de media estocada y fue ovacionado.

Manuel Escribano dio una tarde repleta de voluntad y actitud. El sevillano estuvo a gran altura frente a un bravo segundo al que recibió a porta gayola, lució en el caballo y banderilleó estupendamente. La faena de muleta estuvo cargada de soberbios derechazos, por el pitón izquierdo a penas pasaba y Escribano fue capaz de ir trenzando una faena de alto voltaje. Mucha importancia a cada trazo del de Gerena. Remató de una certera estocada y cortó una oreja de peso a la que incluso se le pidió la segunda. Su segundo nos recordó más a los Victorinos que mata asiduamente que a un toro de Puerto de San Lorenzo. Una alimaña de corta embestida, se sobrepuso y le dejó una gran estocada.

Roca Rey se mostró más frío que habitualmente, y es que no tuvo toro delante para el triunfo. A pesar de ello lo mejor se lo cuajó a su primer toro, le endosó largos y hondos muletazos. El peruano cuajó una faena en la que mostró que no sólo tiene valor, sino que también sabe torear, y de forma soberbia. Alargó el trazo y condujo la embestida de sus oponentes con gran facilidad. Remató de una gran estocada y tuvo petición de la segunda oreja. Su segundo fue un toro nulo al que poco pudo hacer que intentar trazar una faena en la que el triunfo era imposible y quedó en una cálida ovación.