"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
La tercera de abono se abrió con un tercio de plaza en los tendidos de la plaza de toros de Vista Alegre. Los toros, excelentemente presentados de Fuente Ymbro destacaron por su motor, bravura y dos de ellos fueron ovacionados de salida. El más reforzado fue Miguel Ángel Perera.
Miguel Ángel Perera fue el nombre propio de una tarde en la que mostró el por qué es figura. Y es que el extremeño cuajó de principio a fin a sus dos toros, toros con su importancia, bravura y casta, pero a los que sólo algunos privilegiados son capaces de sostener y conducir sus embestidas. Y así lo hizo Perera. A su primero lo entendió, le dio su espacio y lo lució, lástima que fuera en el primer toro de la tarde, pues la gente estaba fría, de haber sido en su segundo toro hubieran cambiado las cosas. Le cortó una seria oreja que tuvo leve petición de la segunda. Para más inri a su segundo le hizo una faena de más altura si cabe, con un toreo largo y hondo, el culmen de su faena llegó con seis muletazos en redondo que hicieron ver a la afición bilbaína que había un toro bravo y entregado y un torero capaz, con mucho poder. Sin embargo, un «metisaca» en mal sitio hizo perder todas las ilusiones de un Perera que se mostró apenado pero satisfecho con la tarde importante que había dado en Bilbao.
Juan Leal tuvo en suerte al que quizá fue el mejor toro de la tarde, el segundo. Un toro con mucha movilidad, que al igual que sus hermanos sostenía dos puñales en lo alto. Leal dio una tarde de valor, algo incuestionable en el galo que entró por la vía de la sustitución y no quiso dejarse nada en el tintero. Puso todo de su parte pasándoselo realmente cerca e imprimiendo el poder de su muleta. A este segundo le dio un ramillete de naturales largos doblando los riñones como hacía tiempo que no le veíamos a Leal. Perdió el trofeo con los aceros. Su segundo toro ya era otra película, un toro que medía y exigía al que cada pase era costoso y que el triunfo iba a ser más que difícil, sin embargo Leal se metió entre pitones y a través de las cercanías logró conectar con los tendidos vascos. Falló repetidamente con los aceros y la faena quedó en un gélido silencio.
Leo Valadez fue quizá el menos afortunado en el sorteo. El mexicano tuvo en suerte a dos toros complicados y sin nada dentro para triunfar. Su primero vendía caro cada muletazo, pues era por momentos alimaña y lo poco que se le hizo no tenía transmisión. Y su segundo fue un toro que se vino a menos a medida que avanzaba la faena, no tenía movilidad y se amilanó ante la muleta de un poderoso Valadez que finiquitó con una certera estocada. Fue silenciado en ambos toros.
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