"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
Bilbao vivió una novillada de las que no serán recordadas, y es que el pobre juego de los novillos acompañado del desánimo de la poca entrada se unieron para hacer de la novillada un caldo de sopor.
Carlos Domínguez mostró ganas, raza y actitud por encima de todo, pues a pesar del escaso juego de su lote trató de buscarle las vueltas para enlazar una importante faena. Tanta fue la actitud que por momentos su toreo se vio desbordado y el público pidió el cese de muletazos, cabe destacar que los novilleros quieren triunfar por encima de todo, pero en este caso ese intento fue en vano.
Lalo de María fue el mejor de la tarde, dos faenas compactas, pulcras, con muchísima personalidad, toreo hondo, largo y de riñones metidos. El galo mostró tener un sello propio, cosas diferentes, eso es lo realmente importante. Lalo pudo cortar una oreja a cada toro, pero los aceros fueron la mancha de su tarde, una pena, pero gustó, y mucho.
Mario Navas nos trasladó a otra época, dejó la mejor verónica a su segundo y con la muleta cuajó una faena de toreo clásico y caro. De hecho lo mejor de la tarde lo puso con un final de naturales con la rodilla flexionada impecables. Cortó una importante oreja. Con su primero pasó inédito, no tuvo novillo, ni embistió, ni se movió y se agarró al piso.
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