Santander registró un llenazo auténtico, y en el ambiente se notó esas ganas de ver a un Roca Rey que generó runrún sólo con salir del burladero.

Y vaya si lo generó Roca Rey se hizo dueño y señor de una plaza de toros que a partir de hoy será parte de su historia. Y es que el «Cóndor del Perú» dejó una tarde inolvidable, en la que quizá no destacó por pegar los mejores muletazos de su carrera, pero sí por una capacidad extraordinaria de volver a la cara de dos toros que lo han herido y hacerlo exponiendo más si cabe. Puso el cuerpo donde otros ponen la muleta, demostró un dominio al alcance de muy pocos y remató dos faenas con rúbricas de oro, dos espadazos. De Perú al mundo decía un hombre en los tendidos, porque la tarde de Roca Rey ha sido de las importantes de la temporada. Volvió a nacer después de ser estampado contra las tablas y no sólo con eso, se impuso estando muy por encima de un toro complicado, aguantándole cada mirada y cada advertencia, increíble Roca.

Cayetano no estuvo en Cayetano, y es que se le notó desganado, aunque bien es cierto que sus oponentes no le dieron razones para tener esa motivación. Sin embargo sí que es cierto que tuvo mucho oficio, pues fue capaz de terminar con agilidad con unos toros que a cualquiera lo hubiera puesto en un brete. Sobre todo su primero, que se puso andarín y apenas dejó lugar a una faena, mansedumbre por los cuatro costados. El balance general de su tarde es difícil de realizar, pues no tuvo opciones de triunfar por ningún lado, aunque se echó en falta ver a ese Cayetano de rodillas dispuesto a sacar esa raza.

Pablo Aguado hizo una de las faenas de la tarde, pues a su primer toro le hizo ese toreo caro, templado y pausado necesario de paladares finos para apreciarlo, sin embargo los aceros se llevaron una más que merecida oreja para el sevillano. Su segundo fue un toro sin posibilidades de lucimiento, se atascó con los aceros y ello propició la bronca del coso cántabro.