"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
La presentación de los toros de la familia Uranga no estuvo al nivel de los realizados en Plumaçon por esta ganadería en 2021 y 2022. Correctamente presentados, no tuvieron esa entrega en el caballo que los suele caracterizar. Bravitos, carecían de poder y han cumplidos sin más en los petos, aunque a veces con serios encuentros con la cabalgadura. En el último tercio, les faltaron chispa, incluso nobleza. El más completo fue el interesante cuarto y que ofreció posibilidades a su matador. El quinto, manso con más poder que casta, generó emoción en el primer tercio y complejidad en el tercero.
Rafaelillo, recién recuperado, retomó la espada tras su lesión en Céret. De su actuación en Mont-de-Marsan, recordaremos su faena diligente y seria al imponente e interesante toro que salió en cuarto lugar. Tuvo dificultades para matar a sus dos oponentes y tuvo que conformarse con un saludo y una vuelta.
Alberto Lamelas, frente al segundo, construyó una faena sincera y sobre todo serena en su primer toro, un astado noble pero justo de fuerzas. Tuvo más dificultad, a pesar de un deseo evidente – se fue a porta gayola en sus dos oponentes –, de superar el quinto toro más complicado que mató mal.
Mucha emoción para Thomas Dufau quien piso por última vez el albero de la plaza en donde tomó la alternativa. Los aceros no querían que Dufau saliera triunfante. Sin embargo, Thomas, apoyado por un público comprometido al acontecimiento, firmó dos buenas faenas, en particular la segunda. Lamentablemente tuvo problemas para matar a sus dos toros. Tras dar una vuelta de despedida a su público de Mont-de-Marsan, Thomas Dufau salió a hombros, llevado en volandas por Alberto Lamelas y Rafaelillo que sumó así al homenaje del público y de los profesionales del toreo.
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