En Bilbao se vivió una novillada sin caballos en la que la presencia del público fue espectacularmente sorprendente, duplicando el número de aficionados respecto al día anterior. La novillada empezó con una emotiva ovación al diestro Paco Ureña que apadrinó la novillada.

El nombre propio del festejo fue Tomás Bastos y es que el torero portugués de la escuela taurina de Badajoz fue el rotundo triunfador y se postula como principal candidato a alzarse con el II Certamen Iván Fandiño. Mostró un toreo puro, pausado y muy sensato sabiendo entender las virtudes de un excelente eral de Victoriano del Río que pidió papeles tras ser bravo a más no poder. A pesar del fallo con los aceros en repetidas ocasiones, fue capaz de poner en pie al coso de Vista Alegre que pidió con unanimidad una vuelta al ruedo a tan importante faena.

El Mene no se quedó atrás, pues desplegó sobre la oscura arena bilbaína un toreo vertical, de figura erguida y clasicismo del típico toreo charro. Dejó pasajes de gran pureza y naturalidad, pues meses atrás se alzó como ganador del I Bolsín Club Cocherito de Bilbao y la de hoy era una oportunidad de oro para hacerse hueco y poderse llamar en un futuro, TORERO DE BILBAO. Estuvo soberbio y la espada se llevo una oreja que seguramente hubiera tenido algo de petición de la segunda.

Arturo Cartagena fue el menos afortunado en el sorteo, el colombiano tuvo en suerte un novillo que remató muchas veces en tablas y que hizo gala de una más que visible ausencia de fuerza. Sin embargo, destacó por una intensidad, valor y capacidad de aguantar y someter unas embestidas un tanto inciertas. Al borde estuvo de ser prendido en cercanías de una faena que tuvo peligro quizá por esa extensión en la faena, pero hay que comprender que un sin caballos quiere triunfar, y con un eral sólo tiene una bala.