"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
La plaza de toros de la localidad cordobesa de Almedinilla ha albergado en la tarde hoy – sábado 22 de julio-, la ‘Cuarta Selección’ del recién estrenado XXIX Ciclo de Novilladas Sin Picadores Retransmitido por Canal Sur TV. Un festejo en la modalidad de clase práctica –como todo el circuito- que organiza la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas ‘Pedro Romero’ y que está enmarcado dentro del Proyecto de Fomento de la Cultura Taurina de Andalucía 2023. La tarde en la localidad cordobesa de Almedinilla dejó un muy buen sabor de boca, con raza, valor y las cosas muy bien hechas. Los espadas no se dejaron nada en el tintero, buscando entre la técnica y la torería las formas de tocar las teclas a los de la ganadería de El Torero. Todos ellos tocaron pelo, sin embargo, sería el de la Escuela de Almería el que desorejara a su adversario, un tercero –Chufleto- de extraordinarias condiciones, premiado con la vuelta al ruedo. El encierro dejó opciones pero también mucha exigencia, llegó a pedir el carné, pero cuando se encontraba el compás, el acople y entendimiento entre novillo y novillero era pleno de toreo y bravura.
“Freidor” se recorrió la plaza antes de entrar en el capote de Julio Romero, que lo frenó con una larga cambiada en el tercio, para después seguir a la verónica, bajándole la mano con despaciosidad y compás. Precioso saludo. Hubo quite y su respectiva réplica, dejando un variado repertorio entre tafalleras y chicuelinas. El animal ya venía marcando su querencia desde los primeros tercios. Tras un brindis a su mozo de espadas, inició la faena de muleta de rodillas desde los medios, sin probaturas, envolviéndoselo. El animal se arrancaba en largo y eso lo aprovechó el espada, llevándolo con temple, despaciosidad y elegancia, bajándole la mano. Al natural, logró una buena tanda, pero no tardaría en recuperar su mano derecha, pero al tercer muletazo se rajó a tablas, mucho tardó en cantarlo. Volvió al natural, con pinceladas, pero volvería a elegir el pitón derecho, con el toreo en redondo. Predominó por bernadinas, muy ceñidas, para después culminar con dos intentos en la suerte suprema y el golpe de verduguillo.
Pepe Martínez saludó a un astado mirón, pero repetidor, al que pasó a la verónica ganándole terreno hasta culminar con una revolera. En el quite, Dennis fue arrollado por el novillo, que se lo llevó por delante al ponerse el capote a la espalda. Se alcanzó la faena de muleta y Pepe la inició por abajo, obligándolo a pasar. Después siguió sobre el pitón derecho, con un toreo en redondo ante un astado pegajoso al que había que perderle pasos y recomponer. Poco a poco trató de bajarle La mano para que saliera por abajo, pero necesitaba sitio y temple. Lo mostró al natural, pero solo logró llevarlo de uno en uno sin terminar de acoplarse con el animal, así que recuperó la mano derecha, con la que se sentía más cómodo. El de El Torero era exigente y era difícil encontrar el compás al que llevarlo, se metía por dentro y salía con la cara alta, desluciendo la muerte del muletazo. Al final, lo volteó llevándose una buena paliza, aunque sin aparentes consecuencias. Sabía lo que dejaba atrás y donde estaba el cuerpo, siendo muy pegajoso. Necesitaba un toque firme y fijador. Finalmente, metido en tablas, lo colocó en suertes y logró meterle la mano con acierto.
Dennis Martín paró a la verónica al tercero de la tarde, un novillo repetidor al que pudo ir sacando a los medios hasta rematarlo con una revolera. Sería el propio novillero quien protagonizara el tercio de banderillas, dejando un primer par reunido, el segundo en la cara y un último al quiebro. De rodillas y con un pase cambiado por la espalda comenzó su faena. Continuó por el pitón derecho, toreando con personalidad y recursos, ligando, templando y toreando con la panza de la muleta. Al natural, alcanzó también la ligazón, toreando en redondo, con seguridad. Volvió a los primeros compases toreando de rodillas, para después levantarse y seguir alternando pitones. Lo bailó a su antojo, el animal mientras tanto le bajaba la cara, repetía y obedecía. Cerró entre luquesinas y manoletinas, muy ceñidas, para después matar con acierto.
El cuarto de la tarde salió y se recorrió la plaza antes de entrar en el percal de Javier Zulueta, un percal del que salió suelto, totalmente ajeno. Al espada le costó encelarlo en el capote, así que lo espero y muy despacio lo fue pasando por verónicas. Javier, antes de iniciar el último tercio, brindó a la familia del reciente fallecido Camuñez. Los primeros compases se desarrollaron en el tercio, recibiéndolo en la franela genuflexo, obligándolo por abajo hasta sacarlo. Llegó incluso a desarmarlo, pero logró disimularlo con torería, para después seguir en la cara del toro, llevándolo con despaciosidad y mucha suavidad sobre el pitón derecho. Sin embargo, no lo veía del todo claro, así que le dio sitio y le cambió los terrenos. Al natural, lo encontró en la media distancia, alargando el muletazo y envolviéndoselo a la cadera. Un animal algo más incierto que los anteriores, ya que se metía por dentro, le faltaba ritmo y humillación. Todo ello le llevó a la despaciosidad, a pesar de los arreones y medias arrancas del novillo, al que supo llevar con técnica y mando, toreando muy a su favor, pero siempre en el sitio, muy bien colocado. El toreo en redondo dio paso a la suerte suprema, hundiendo el acero y siendo muy efectivo.
Guillermo Luna salió al ruedo para saludar al quinto de la tarde, lo paró a pies juntos para después darle continuidad a la verónica. En el último tercio, brindó al público y desde allí citó al novillo para pasarlo a pase cambiado por la espalda, sin rectificar. Explosivo inicio. Después continuó en la larga distancia, ya que el animal respondía con prontitud, envolviéndose en el engaño, fruto de la inercia. Al natural, sin embargo, tenía todavía más transmisión, pero rápidamente volvería a la mano derecha, con el toreo en redondo. Entre la alternancia de pitones, lo llevó con los vuelos, asentándose con el animal, dejándole la muleta puesta, con quietud, tocando y tirando. En los postres de labor se llevó una muy fea voltereta que lo lanzó por los aires y cayó con la cara dejándolo conmocionado por instantes. Se rehízo el onubense y volvió a la cara del novillo para crujirlo a derechas. Cambió la ayuda por la espada, pero antes de matar, lo pasó por manoletinas y un pase de pecho con desplante incluido. Hundió el acero al segundo intento.
Ángel Pérez Mariscal cerraba la tarde con un sexto complicado al que costó encelar en el capote, salió suelto y corretón, aunque alguna verónica le pudo arrancar muy despacio. Tras el respectivo brindis al público, se inició la faena de muleta, la cual comenzó en el tercio, ganándole terreno poco a poco. Parecía estar más despierto el cierraplaza después del tercio de palos, ahora repetía sobre aquel pitón derecho, aunque algo desigual en su embestida, sabía repetir con codicia en el engaño. Al natural, sin embargo, exigía llegarle más, bajarle la mano y poderle, todo lo que hizo Ángel ante el tecloso sexto. Era un novillo muy severo y muy encastado, le pidió el carné a Pérez, que le echó temple, técnica y torería para poder llevarlo. No se descompuso y su capacidad se impuso al complicado. Sin embargo, el astado rompía totalmente el ritmo, llegando con violencia, por lo que cada vez costaba más enlazar los muletazos. Toreó con firmeza en la búsqueda de las teclas hasta culminar con unas ceñidas bernadinas y una suerte suprema correcta.
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