Ha pasado tiempo desde los inicios de Yon Lamothe, alumno de la Escuela Adour Afición. Hoy, es en una plaza de primera categoría donde ha tomado su alternativa de manos de la máxima figura del torero: Andrés Roca Rey.

Los Garcigrande y Domingo Hernández elegidos para este acontecimiento fueron un lote desigual de presentación y arboladura. Fueron discretos en el caballo, engañaron en el inicio del último tercio, pero luego, mostraron sus faltas de fuerzas y sosería, se fueron a menos. Sólo el último, el más ligero pero el más encastado del lote, bravo a caballo, con mucho motor duró y transmitió desde la emoción del primer capotazo hasta su muerte como toro bravo.

Yon Lamothe, tras una primera faena sin mucha transmisión por culpa de su toro de alternativa y mal estoqueado, cortó una oreja al sexto toro. El toro estuvo interesante de principio a fin y el joven matador se fue a más.

Roca Rey es un torero con regularidad y con mucho oficio. Después de haber hecho el “trabajo”, a su manera, al inicio de la faena cuando su primer astado aún tenía algo de embestida, compensó la falta del ritmo del toro toreando de forma más encimista. Su segundo bajó muy rápido de tono, el peruano se decantó rápidamente por un toreo más espectacular. Su profesionalismo y estocadas efectivas le permitieron cortar una oreja en cada toro.

Tomás Rufo se llevó el peor lote del sorteo. Un lote a los que les faltaron entrega y chispa, porfió demasiado en sus dos oponentes en dos faenas carentes de emoción.