
"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
La Féria de Céret comenzó con una corrida de Peñajara bastante decepcionante. Correctamente presentada, sin exceso de peso con un promedio de 510 Kg; tomaron dieciocho puyazos, pero ninguna vara fue acertada. Muchas veces venían al caballo de lejos, pero lo hacían caminando, frenando y nunca empujando contra la herradura. Muy a menudo las varas eran solo picotazos. En el último tercio, Algunos se dejaron hacer en los primeros muletazos, pero rápidamente se reservaron y las faenas se fueron a menos. El cuarto, muy pronto orientado e intolerable, lesionó a Rafaelillo en el inicio de su trasteo. El torero se fue a la enfermería para no volver, fue ingresado en la clínica. El tercero y el sexto fueron noble probablemente pedían toreo distinto al que se les ofrecía.
Rafaelillo tocó un primer toro que rápidamente se fue al menos. No podemos juzgarlo por su actuación en el cuarto.
Alberto Lamelas se empeñó en imponer una lidia a toros que no tenían ni violencia ni casta. Se atascó con los aceros.
A Javier Cortés le tocaron los dos mejores toros. Sin demérito, su toreo a base de cites cercanos asfixiaba al astado que pedía ser citados de más lejos. Cortó una oreja en el sexto.
Aunque parezca paradójico en Céret, los mejores momentos de la corrida fueron los segundos tercios. Cuatro de los banderilleros saludaron después de lucirse con los palitroques con a veces pares arriesgados.
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