La penúltima de la Feria del Toro fue una tarde de gran expectación, prueba de ello el llenazo que se registró, y es que se vendió todo (como prácticamente todos los días), pero en este caso había cierto runrún antes del festejo por la vuelta de un Roca Rey que triunfó el martes pasado.

Roca Rey fue sin duda alguna el máximo triunfador, repitiendo así puerta grande por segunda vez en lo que va de feria. El peruano estuvo cumbre con sus dos toros, y pudo cortar dos orejas de no haber pinchado con el descabello a su primero. Está en un momento tremendo, y al toro que no le embiste hace él sus labores, entendió, sometió, pudo y exprimió las embestidas del que hizo quinto al que todo le puso él y que remató con un puñetazo en lo alto. Su primer toro fue un toro de bandera que destacó por su humillación y nobleza a la que supo hacer frente el peruano con derechazos hondos y largos, gran faena.

Tomás Rufo hizo gala del momento en el que se encuentra, pues prácticamente el triunfo se ha convertido en una rutina para el toledano. Anduvo con firmeza con un buen primero al que lo cuajó de principio a fin revalidando el nivel de torero que es. Con su segundo poco pudo hacer, pero el torero de Pepino era consciente de que estaba en juego la puerta grande, puso todo de su parte pero no pudo ser. Gran dimensión la mostrada por Rufo.

Emilio de Justo fue sin duda el menos afortunado en el sorteo. A su primero le endosó buenas series de derechazos en las que destacó por la capacidad de apreciar y captar las distancias necesarias para que el toro sacara lo mejor de sí y sobre todo, las alturas del trazo, lección lidiadora. Su segundo sin embargo no dio ninguna opción, lo intentó por ambos pitones pero nada pudo hacer. Dejó una estocada baja para finiquitar la faena con brevedad.