Roca Rey sigue siendo el rey. El cóndor del Perú fue el gran triunfador de una tarde marcada por las distancias cortas y el saber entender al coso pamplonés. Realizó dos faenas en las que lo principal fue ese valor frío acompañado de un poderoso mando que hizo ver al coso navarro que Roca Rey es su nuevo talismán. El torero de Lima se entiende con Pamplona y Pamplona se entiende con él. Remató las dos faenas con dos puñetazos de bandera.

Alejandro Talavante fue el otro nombre propio de la corrida, y es que de haber entrado la espada con acierto en su primero y de haber respetado el reglamento en su segundo por parte del palco, hubiera acompañado a Roca Rey por la puerta grande. A su primero lo cuidó y lo mimó con muchísima suavidad, y cómo no, acompañando con una mano izquierda magistral. El fallo con los aceros le privó de la primera oreja de la tarde. Sin embargo a su segundo sí que lo logró rematar con la espada realizando una meritoria faena en la que los derechazos fueron templados, con los flecos de la muleta.

Morante de la Puebla estuvo cumbre y Pamplona no se dio cuenta. Sacó faenas de donde nadie las veía y destacaron los dos inicios de muleta a sus oponentes, recordando a tiempos antiguos, pues el de La Puebla es manantial de clasicismo. A destacar también las mejores verónicas de la tarde endosadas al cuarto de la tarde, insisto, gran tarde que Pamplona no supo ver.