"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"

Juan Belmonte

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 SAN ISIDRO LABRADOR, ¿Y ESTAFADOR? 

Otro año más, otro mayo más, llegaba San Isidro. Llegaban esos días de ilusión, expectación, reencuentros entre aficionados y este 2023, de decepción. Semanas antes ya se preveía una feria polémica: carteles sin sentido, matadores acartelados por compromisos extra-taurinos del empresario, eliminación de la semana con hierros “toristas”, y un sinfín de casos que auguraban un San Isidro complicado. 

Pero una de las cosas a destacar es la excesiva subida de los precios: esa liberalización “para proteger al abonado” ha provocado que aficionados, y muchos muy buenos, de la geografía española no se hayan podido desplazar al coso venteño. Hasta 12 horas de fila hicieron algunos jóvenes hace unos meses para conseguir su abono gratis, así que ustedes mismos saquen las conclusiones y quién le está pagando el botellón diario a los jóvenes de la andanada. Porque la iniciativa de atraer gente joven a los toros y fomentar la tauromaquia en ese eslabón de la sociedad es buena, pero no a cualquier precio, porque Madrid (recordemos, la plaza más importante y con más rigor del mundo) no tiene que aguantar ni se merece ciertas cosas. 

Respecto al toro que ha salido esta feria, nada sorprende si partimos de la base que el Sr. Garrido no está dispuesto a pagar el toro de Madrid: animales por debajo de la presentación requerida, corridas remendadas, toros sospechosos de afeitado y, como bien se ha conocido hace pocos días, engaños y falsas promesas a ganaderos de la talla de Cuadri. No solo eso, sino que otra iniciativa que a priori pintaba bien, terminó siendo un pufo y condicionando a unos pocos: los ganaderos que han llevado los toros al Batán han declarado que a ellos les obligaron a llevar a sus bureles, sin consultar, mientras que a los ganaderos de los carteles de más relumbrón se les ha llevado en palmitas. Y estas obligaciones a unos sí y a otros no es otra de las cosas que no se merece ni Madrid ni los ganaderos que vienen a Las Ventas. 

En cuanto a lo artístico, estos días han servido para confirmar que Madrid ha perdido el rumbo: puertas grandes regaladas, orejas pedidas por público que tiene que justificar el precio desmesurado que ha pagado por su entrada, y ninguna faena de la que nos acordemos dos semanas después del fin de la feria. Pese a ello, mención aparte merecen toreros que sí que salen reforzados, como Leo Valadez y Fernando Adrián, y ganaderías como Victorino Martín y Santiago Domecq. 

De la misma forma, merece mención aparte el controvertido Tendido 7. Y es esa controversia la que lo hace tan necesario. Gracias a todos aquellos grandes aficionados que se concentran en escasos metros cuadrados, Madrid y la tauromaquia mantienen el rigor, exigencia y seriedad que merece. Porque la tauromaquia en definitiva va de eso: las cosas se deben hacer con rigurosidad y seriedad, y para ello es necesaria la exigencia. Mientras sigan existiendo aficionados que tengan esos tres pilares, la fiesta irá en buena dirección. 

Por último, desear suerte para lo que queda de temporada y, por qué no, para el San Isidro que viene a todos aquellos que pasen por Las Ventas. 

¡Ay! San Isidro, San Isidro, este año nos has fallado. Madrid ya no es lo que era, ya no se valora el toro bien presentado, ni una fuerte ovación, ni siquiera una vuelta al ruedo de peso. Parece que ahora estamos ¿mejor? dando orejas en las que nadie se acuerda de un muletazo a las dos horas, y puertas grandes que el año que viene nadie recordará como lo que son: una puerta grande en la plaza más importante del mundo. Porque Madrid se merece muchas cosas, pero lo que no se merece es a los gestores actuales. San Isidro, todos los años llegas con gran ilusión, pero este año nos has estafado. 

Asociación Nacional de Fotógrafos Taurinos