La plaza mexicana de Aguascalientes, ahora mismo una de las más relevantes sino la más de México tras el cierre de La Plaza México, acogió un festejo que fue decreciendo en intensidad hasta llegar a un estallido final que sorprendió a todos. Antonio Ferrera se mostró en ese corte artista, puro e inspirado, sobre todo con su primero, al que supo entender y cuajar de gran forma. Arturo Saldívar no tuvo opción frente a sus dos primeros de la tarde, pero cuando salió el de regalo cambió de lleno la tarde. El mexicano cuajó de principio a fin a un toro nada sencillo, a tales niveles que a medida que la faena avanzaba el público se percataba de la nobleza de un bravo toro y la finura en las muñecas de un Saldívar que muestra credenciales de oro de cara a su cita en Las Ventas el próximo serial de San Isidro. Gerardo Adame fue el menos afortunado en el sorteo, y a pesar de que puso todo de su parte, no pudo hacer más, gustó por su largura de trazo y profundidad en los muletazos.