"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"
Juan Belmonte
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Juan Belmonte
El Juli toreó bien a la verónica al primero de la tarde, un toro que embestía bien pero que estaba justo de fuerza y de raza. Julián le dio todas las ventajas, se lo llevó a los medios y lo templó bien con la derecha en la primera serie, pero el animal tiró pronto la toalla y apenas duró tres tandas antes de rajarse definitivamente. Mató de estocada y fue silenciado.
Alejandro Talavante apuraba su comparecencia en esta Feria y comenzó la faena al segundo directamente con la mano izquierda, dejando naturales templados. La faena rompió en la segunda serie por ese pitón, sobre todo después de un larguísimo cambio de mano. Apenas duró esas dos series el toro, impidiendo que la faena siguiera creciendo. Talavante aprovechó las últimas acometidas de un animal ya más a la defensiva y se fue a por la espada. Mató de pinchazo y estocada.
Tomás Rufo toreó con suavidad a la verónica al tercero, un toro con poca fuerza al que tuvo que cuidar en el caballo. A pesar de ello el animal se defendió en la muleta por su falta de poder, claudicando en otras ocasiones. Esto limitó el lucimiento del toledano, que sin embargo supo sacar partido por el pitón izquierdo. La clave estuvo en el temple, medicina perfecta para un toro de este tipo al que Rufo entendió bien de principio a fin. Mató de buena estocada y fue ovacionado.
El cuarto salió muy montado y no permitió el lucimiento de capa. Después de dos puyazos puso en problemas a la cuadrilla y tuvo mucha complicación en la muleta. Animal descastado, áspero y que no tuvo un muletazo, ni siquiera en las expertas de El Juli.
Alejandro Talavante dio buenos lances al quinto. Brindó al público y comenzó la faena de forma vibrante y con variedad. Siguieron series templadas y a más. Rompió la faena, sonó la música y alcanzó su cumbre al natural con muletazos muy largos y despaciosos. Talavante ofreció su mejor versión y cimentó una faena de triunfo que remató con bernardinas ajustadísimas. Esta vez enterró el acero a la primera pero el toro tardó un poco en caer. Hubo petición de la segunda oreja, pero el premio quedó en un trofeo.
Tomás Rufo empezó la faena al sexto con bonitos muletazos con una rodilla flexionada. El toro punteaba, no acababa de emplearse y fue a menos, por lo que el joven diestro toledano no pudo construir nada brillante. Lo intentó por ambos pitones pero sin resultado.
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