Emilio de Justo no tuvo suerte en el sorteo y poco pudo hacer. A su segundo le pudo endosar dos series de derechazos muy buenas, pero fue de más a menos y eso pasó factura al diestro extremeño que no pudo hacer mucho. Su primero destacó por su excesiva mansedumbre y lo pasaportó con gran agilidad tras intentarlo en vano.

Roca Rey convirtió la plaza de Valencia en un auténtico manicomio, volvió locos a todos y cada uno de los asistentes a un impresionante «No hay Billetes». Estuvo cumbre, como es típico en él supo apurar en las distancias y logró conectar a un público desanimado con el pobre juego de los astados a pesar de la expectación. Brillante y otra obra de mucho nivel del peruano.

Pablo Aguado trató de realizar su clásico toreo basado en la pureza, y la realidad es que lo consiguió por momentos. Sobre todo cuando se estiró a la verónica dejando seguramente los mejores capotazos de la feria. Con la muleta dejó algunos pasajes muy importantes que no llegaron a nada por el juego de un toro sin motor y las incesantes rachas de viento.