¿Crees que es difícil abrirse camino en este mundo, y más ahora que se ha reducido el número de festejos de rejones progresivamente?

La verdad que en la actualidad el toreo está en una situación complicada, pero lo que sí que tengo claro es que si se junta una buena cuadra y un rejoneador preparado tampoco veo tan difícil que se abra camino. La gente, y yo como aficionado, se cansa de ver siempre los mismos carteles y si aparece algún chaval nuevo y preparado siempre gusta ir a verlo.

Como bien es sabido, en tus principios fuiste ayudado por Hermoso de Mendoza. ¿Qué te aportó aprender en su casa?

Nunca he sido alumno como tal del maestro Pablo, pero sí que nos ha unido siempre una buena relación por mi padre, y he ido a verle entrenar mucho. Además, le domaba muchos caballos en alta escuela y me dejaba potros para que los iniciara en el rejoneo. Aún así, yo he bebido de muchas fuentes y, por desgracia, he aprendido a base de palos. Hubiera agradecido la ayuda de alguien para evitarme tantos sinsabores, pero lo bueno de esto es que no le debo nada a nadie, solo a mi constancia y esfuerzo.

Al principio, como es lógico, tenías caballos de otros hierros y casas, pero poco a poco has ido sacando caballos con tu sello propio. Háblanos más sobre tu faceta de criador de caballos toreros.

Casi desde mis principios todos los caballos han sido domados y preparados por mí. Si mal no recuerdo, no he comprado más de cinco caballos a compañeros. Además, resulta que esos caballos nunca me han ido bien y no me he acoplado con ellos, por lo que los acababa vendiendo. Ahora estoy sacando mis propios caballos y estoy muy muy ilusionado.