Miguel, ¿y ahora qué?
A seguir entrenando, a seguir haciendo mis tentaderos, a seguir dándole clases a los chicos de Navas del Rey, a seguir preparándome físicamente y mentalmente. Toca alimentar el alma en los tentaderos y con mi toreo de salón. Sueño con vestirme de torero en mi comunidad, en la que parece que me tienen vetado. Todo esto duele, porque ves como se ríen en tu cara, pero mi ilusión sigue intacta. Todo esto me da moral para seguir luchando y para llegar a conseguir mi sueño. Estas cosas no me van a quitar la ilusión, porque no me pillan de nuevas. Llevo toda mi vida toreando y sé lo que es estar en el banquillo. A mí ya no me afecta nada. Todo el toreo conoce a este personaje, y a mí no me sorprendía que no me pusiera. Yo no podía quedarme callado, porque no soy yo quién no quiere torear, sino él, que no quiere ponerme.
¿Cómo de duro es el toreo? ¿Merece realmente la pena todo el esfuerzo y sacrificio?
El toreo es la profesión más dura, pero también la más bonita. Sí, realmente merece la pena todo el esfuerzo y el sacrificio, porque al final, cuando es algo vocacional como en mi caso, es nuestra manera de vivir. No le encuentro sentido a la vida sin torear. Estamos dedicados a ello 24 horas. Termino de trabajar y me pongo a entrenar, voy a la ET de Navas del Rey, de la cuál soy director artístico.. Estoy comprometido con el toreo.
¿Qué le quita el sueño por las noches?
No me quita nada el sueño por las noches, porque después de todo el día trabajando y entrenando, una cae roto y no le da tiempo a darle vueltas a la cabeza. Lo mejor que puedo hacer es dormir agusto, ya que no todos pueden hacerlo.