"El buen toreo es el que se hace con sentimiento y pasión de enamorado"

Juan Belmonte

Victor Mendes: ”Ven violencia en un par de banderillas y luego en la televisión aparecen muertos en las guerras".

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Víctor Mendes nos habla del toreo del presente y pasado, así como la situación en Portugal. 

Hablar de Víctor Mendes es hablar de uno de los toreros más importantes de la historia, y es que revolucionó el toreo desde su primer par de banderillas convirtiendo plazas en auténticos hervideros. Actualmente y ya en el retiro, se encuentra ligado a la tauromaquia acompañando y ayudando a nuevos talentos de la tauromaquia portuguesa, como el prometedor Gonçalo Alves.

¿Cómo ve la situación actual del toreo?

Pues como siempre, con cosas buenas y cosas malas. Lo que pasa es que de alguna forma como el mundo del toro ha sido siempre un escaparate de lo que sucede en la sociedad, estamos viviendo una situación, no sé si evolutiva o no, en la que la fiesta de los toros está vista en la parte política como un arma arrojadiza. Se utiliza con utilidad de voto. Por otra parte hay muchos partidos que se han puesto de moda por la evolución del sentimiento antitaurino, pero sobre todo por el factor social del animalismo. La sociedad proyecta su propia enfermedad, es quizás mejor y más correcto estar pendiente eventualmente de algún sufrimiento animal que del bienestar social del humano, esa es la verdad. Ven la violencia en clavar un par de banderillas a un toro pero luego de forma cruda en horario noble de la televisión aparecen los muertos de la guerra, eso es una hipocresía y una mentira. El toreo en sí está vivo y latente, el otro día asistieron trece mil personas en la novillada sin picadores de Madrid. Después del COVID-19 se están remontando las plazas con presencia de jóvenes tanto en los tendidos como en los escalafones de matadores y de novilleros.

"El traje de luces es algo muy serio. Ponerte delante de un toro implica un respeto hacia el toro, a ti mismo y a la afición, tienes que estar preparado".

¿Y en cuanto a la situación de Portugal?

En Portugal el espectáculo taurino es muy sui generis, no es comparable desde que a  mediados del siglo pasado apareció una ley que prohibió la suerte de matar y la corrida íntegra digamos. Es un poco por factor histórico. En Portugal hay un dicho que dice «de España ni buen viento ni buen casamiento», y de alguna manera es una manera de no copiar el espectáculo taurino español. Aquí siempre ha habido mucha afición al campo. En la posguerra las familias ricas tenían ganaderías y yeguadas, ahí se siguió la preparación del caballo pura sangre lusitano que se llevó hacia la alta escuela y posteriormente hacia la lidia del toro, por ello en Portugal cogió fama la corrida de rejones. Además se añadió la presencia del pueblo a través de la valentía y el coraje del forcado. A partir de los años 50 empezaron a surgir los primeros matadores de toros portugueses, sobre todo Manuel dos Santos y Diamantino Vizeu que proyectaron la corrida de toros mixta sin suerte de varas ni la muerte del toro. De todas formas a pesar de esta tipología de corridas, se sigue utilizando como arma arrojadiza en la política como sucede con el partido animalista, el PAN. A pesar de todo, la temporada fue positiva con un buen relevo dentro de los rejoneadores con Francisco Palha, Joao Ribeiro Telles, Salgueiro da Costa, Luis Rouxinol Jr… Hay una cantidad de jóvenes a caballo que están se están proyectando a un nivel de figuras. En el tema del toreo a pie es mucho más complicado, sólo hay dos escuelas taurinas. La más importante es la de José Falcón de Vila Franca de Xira, pero todos sabemos que el toreo es elitista y duro, pero el 70% de los banderilleros actuantes de Portugal pasaron por esta escuela. Algunos tuvieron oportunidad de lidiar 10 ó 15 novilladas sin picadores en España, aunque actualmente es muy difícil torear allí. Los chavales llegan preparados pero cuesta trascender en el encuentro con otros novilleros, pero estamos en ello. Hay un matador de toros que pasó por esta escuela y terminó de hacerse en la de Badajoz como Juanito, además también tenemos a Cuqui, Antonio Joao Ferreira muy cuajado, y Manuel Dias Gomes con un corte más fino. Son los que atienden a las corridas mixtas de aquí de Portugal.



¿Es difícil ser torero a pie en Portugal?

Es un milagro. Aunque hoy en día los jóvenes con las redes sociales sí tienen afición por el toreo, pueden estar atentos a todo. En consecuencia eso es positivo, pero encontrar el talento nato y la oportunidad de torear que sólo lo consiguen las escuelas taurinas de Vila Franca de Xira y Moita do Ribatejo. En las últimas cuatro novilladas hemos conseguido que aparezcan novilleros con picadores como Joao D’Alva o Diego Peseiro, sin picadores están Gonçalo Alves y Leonardo que con 16 años tienen buenas condiciones, pero necesitan más oportunidades. No es nada fácil salir de matador de toros en Portugal.

La esperanza del toreo luso pasa por Gonçalo Alves, al que usted acompaña, ¿cómo lo está viendo?

Gonçalo Alves es un chaval con una afición tremenda y una pasión por el toreo extraordinario. Entrena todas las tardes con mucha seriedad. Tiene un poco de desequilibrio emocional, pues hay días en los que está muy bien y días que muy mal, pero eso es parte de la formación. Está teniendo una evolución muy positiva, este año ha conseguido triunfos muy importantes.

"El toreo en sí está vivo y latente"

¿Echa en falta la presencia de más carteles de toreros-banderilleros?

No es fácil. Es difícil conjugar tres matadores de toros banderilleros con diferentes formas. Mucho de lo heterodoxo del tercio de banderillas llevó a que hoy se vaya más a la espectacularidad de las banderillas que a la pureza buscando un estilo puro y hondo de la suerte. Pero el toreo es un arte en el que al igual que en la pintura hay movimientos, formas y evoluciones, aunque prevalece la dinámica y heterodoxia de cómo hacer las cosas. Reunir y cuartear en la cara no es fácil de hacer, pero hay buenos banderilleros en la actualidad. Lo añoro, porque lo de mi época llevó al tercio de banderillas al más alto nivel y fue bonito. 

¿Qué le diría que eran aquellos carteles de toreros-banderilleros para el que no lo ha visto?

Cada uno era un tigre en la plaza que quería trasladar su forma de aportar y sentir. Para que veas como son las cosas: el arte tiene esto, no tiene fronteras. Morenito de Maracay era de Venezuela y trajo el par al quiebro que resultaba espectacular; Luis Francisco Esplá vino con una capacidad física extraordinaria y un conocimiento de querencias y terrenos brutal. El Soro apareció siendo un heterodoxo, reinventando la suerte de banderillas. Era un portento físico y con él se abrió la espectacularidad, rompiendo los cánones. Fue extraordinario.

"No es nada fácil salir de matador de toros en Portugal".

Usted que ha vivido la época dorada del toreo, ¿que falta para volver a ella de nuevo?

Hombre, yo no sé si hemos vivido o no la época dorada del toreo. Lo que viví fue extraordinario por la gran afluencia de gente a las plazas. Pero nos tenemos que situar en los años 80 y 90, surgió un boom financiero que se proyectó en la cultura. Recuerdo “La Movida” que fue histórico, se veían todos los sitios llenos cada fin de semana. Eso que se ve hoy en día a tres cuartos de plaza en la plaza de toros de Madrid no se vivía. Se llenaba los 30 días seguidos. Aunque el boom también vino con la libertad de expresión en canales privados y autonómicos con grandes retransmisiones de corridas de toros, fue extraordinario. Se repescaron muchos matadores de toros también como Roberto Domínguez, Ortega Cano, Emilio Muñoz o José Antonio Campuzano, proyectándose en grandiosas figuras del toreo. Es muy difícil volver a crear ese mismo ambiente, porque desde el 2009 vivimos crisis detrás de crisis, pandemia, guerras… Todo esto repercute obviamente en los espectáculos culturales.

¿Sigue soñando que torea?

Es imposible apartarse del toro. Creía que iba a ser más fácil, pero es imposible. El otro día lo comentaba con el maestro Paco Ojeda, igual que hablaba de ello con el maestro Espartaco. Concluimos que es imposible matar ese bicho que tenemos dentro que nos aflora continuamente, siempre tenemos que estar atentos a las noticias del toro o viendo la evolución de nuevas promesas… Naces con una pasión que no es posible dejarla ir, siempre está a flor de piel. Aunque tu cuerpo no pueda, tengo 21 cornadas y me tuve que retirar por ello en gran parte, el alma te hace pensar en torero.

¿Podremos ver a Víctor Mendes de luces de nuevo?

No, mira, las cosas tienen un final. El traje de luces hay que saber respetarlo. Yo he toreado más de mil corridas de toros y en todas las ferias, alrededor de todas las figuras e incluso de alguna reaparición. Lo que se ha vivido, se ha vivido. El traje de luces es algo muy serio. Ponerte delante de un toro implica un respeto hacia el toro, a ti mismo y a la afición, tienes que estar preparado. En el campo puedes pegar 10 o 12 muletazos a gusto, pero yo estoy retirado y no lo contemplo aunque lo respeto, vivo el toreo en otras vertientes.

"El Soro apareció siendo un heterodoxo, reinventando la suerte de banderillas".

¿De toda su carrera con qué faena se queda?

Es difícil decirlo. No he sido un torero de pasarlo mal, si acaso dos o tres broncas he recibido. Por mi forma de ser y entender el toreo era un torero poderoso, incluso se me veía mejor en banderillas con ganaderías más encastadas porque tenía ese valor para superarme. Recuerdo las dos orejas de Madrid a un toro de Baltasar Ibán; las cuatro orejas de la corrida de toros de Victorino Martín en Valencia; tres orejas a una corrida de Sepúlveda en Salamanca; Bilbao, las cuatro orejas a Miura en Mont de Marsan.  Gracias a Dios sin presunción. Contra hechos no hay argumentos, tengo en mi casa prácticamente todos los trofeos de todas las ferias taurinas importantes. Estoy feliz por toda mi trayectoria profesional, pero para mí las faenas eran vividas y ahí quedaban. Era voraz y pensaba en la próxima corrida de toros.

¿Puede contar alguna anécdota?

En Pamplona, con Luis Francisco Esplá. Llegamos por la noche de torear el día anterior y cambiamos las zapatillas de las cuadrillas y no nos entraban. Yo era más frenado en esas cosas, pero sí que se hacían cosas simpáticas que quedaban en nuestra amistad.




Aitor Vian

Aitor Vian